lunes, 15 de abril de 2013

René Lavand///Ilusionista


Respetado, admirado y homenajeado mundialmente, mantiene la humildad que solo los realmente grandes poseen. Creador de un estilo único, basado en un discurso fascinante y un manejo impecable de los climas del espectáculo, es fuente de inspiración y punto de referencia en artistas de cualquier género.




De frases pausadas pero elegantes, con la tranquilidad del paraíso en el que habita, es el momento del descanso. Tras llegar de su gira por España y antes de partir a Inglaterra, el ilusionista que llegó a recorrer los lugares más increíbles del mundo y sorprendió a miles con sus trucos, nos abre las puertas de su casa en Tandil para charlar sobre su vida y vivencias en más de cincuenta años de asombrosa profesión. Mi vida es normal, muy placentera. Pude lograr esta maravilla de la naturaleza, cuatrocientas especies del mundo entero (refiriéndose a los árboles que rodean su casa). Así que disfruto la mayor cantidad del tiempo posible, aprovechando y gozando minuto a minuto… tengo filosofía como para eso, enfatiza Rene Lavand.
EL ENCANTAMIENTO
¿Cómo se inicio su pasión por el ilusionismo?
Empecé por una inquietud como puede comenzar cualquier niño, a los siete años. Un amigo de mi padre me enseñó un primer juego que fue el que me estimulo para seguir adelante. Pero recién a los 18 años se reinició mi pasión. Yo había sufrido un accidente automovilístico a los nueve años, donde perdí la mano derecha, en Coronel Suarez.
¿El hecho del accidente lo motivo aún más?
Seguro que fue la motivación… o te entregas o seguís. Yo elegí lo segundo.
Con el correr del tiempo Lavand se radico en Tandil y comenzó a hacerse conocido. Mientras trabajaba en un banco de la ciudad, mantenía su pasión por el ilusionismo, convirtiéndose en un autodidacta obligado, ya que todos los libros de magia estaban hechos para dos manos. Acá me hice conocido porque había hecho algunas actuaciones, los diarios se habían ocupado de mí como alguien de los que prometían, así que en la ciudad era reconocido.
¿Y cuando logró el salto importante?
Yo debuté en El Show de Pinocho; Tabarís; Teatro Nacional; las tres cosas juntas. No había más, era la mejor varieté del mundo, alrededor del año ’51, ’52.
Su talento le permitió conocer cuatro continentes: podríamos hablar de lo que no conozco y no de lo que sí porque no terminaríamos nunca. Viviendo experiencias únicas y en algún caso peligrosas como la ocurrida en su presentación privada frente a los jefes del Cartel de Cali. Fue un contrato muy especial que se hizo muy particular. Yo no sabía dónde iba y me encontré con eso. Y te imaginaras, los otros artistas estaban tan asustados que no podían ni actuar y yo me sentí muy fortalecido porque lo hice como en cualquier lado y me los gané a todos los gangsters estos, a tal punto que me contrataron para otra vez. Fueron “mis cuatro noches en Cali”. Una experiencia muy profunda, que caló muy hondo en mí. Menos mal que no fui con mi mujer, estuve solo porque como eran nada más que cuatro días, no valía la pena que vaya ella. Allí aprendí a valorar más todo lo que tengo, consecuencia de aquella experiencia.
¿Y en aquella participación en el Show de Ed Sullivan?
Fue tan vieja que ya ni me acuerdo, pero sí que tuvo mucho éxito. Ed Sullivan me abrió todas las puertas del mundo, junto con Johnny Carson, que lo repitió (al programa) a los siete días de haber estado yo en Nueva York. En Estados Unidos no podían creer lo que estaban viendo.
Pero Rene asegura estar un poco cansado de los viajes: A esta altura de mi vida me he hecho una tarjeta que dice Rene Lavand, Experto en Cartas RE, y que en lenguaje militar significa retiro efectivo. Si me gusta voy y si no me gusta no voy.
Ahora tenía para ir a México, pero es mucho viaje. Ya estuve un mes en España, haciendo ocho presentaciones en un mes. Por ejemplo, he ido varias veces a Las Vegas, pero no sistemáticamente, porque sería muy cansador y aburrido.
Asegura tener alumnos y discípulos. Estos últimos contados y muy elegidos, porque no doy clases para cuarenta sino en forma más personalizada donde el discípulo termina hecho carne conmigo. Un profesor vuelca lo que aprendió de otro profesor, un maestro al discípulo vuelca vida y marca rumbos. Si no marca rumbos no es maestro. Yo trato de hacerlo y tengo la satisfacción de decir, sin ninguna falsa modestia y con objetividad total y realismo absoluto, que marco rumbos en mi profesión.
¿Tiene discípulos solo en Argentina o también en otras partes del mundo?
Si, en Argentina. A veces alguno viene de Chile y cuando voy a Estados Unidos o Europa hago academias, pero eso en forma colectiva, con alrededor de diez o doce alumnos, pero no son discípulos.
Una de las cosas que más gustan de lo que René Lavand hace, no solo son los trucos, sino las narraciones que inserta en el show. Para hacer referencia a ello hay que hablar de un estilo. No se es artista si no se tiene estilo y yo lo he logrado con los años. Además tengo un propósito en mis actuaciones de una hora y media y es que no pasen jamás más de diez minutos sin cambiar el estado emocional de la gente.  Del asombro a la risa, de la risa al drama, porque también el drama es belleza, sino qué es Shakespeare, Beethoven o Picasso. De ahí a la ternura, música hermosa, nuevamente a la risa y al asombro que es el fundamento del ilusionismo. Pero yo no paso más de diez minutos sin cambiar el estado emocional de la gente, del público.
Al referirse sobre si en algún show le han querido revelar los trucos, afirma que la curiosidad esta siempre de parte de la gente pero llega un momento en el que se convencen, es una cuestión cultural convencerse y una obligación mía educarlos sobre que si descubren el juego matan la ilusión, así que el mal es para ellos, no para mí.
¿Qué público es más aficionado a su trabajo, en qué lugares?
Todo el mundo entero, esta es una especialidad que cala hondo en cualquier parte, si está bien hecha, y sino… a la decadencia de la misma.
No le gusta que lo llamen mago y además odia que lo comparen: No existe comparación entre mi amigo y admirado David Coperfield y yo. Él dice que es fan mío y yo soy fan de él. Pero es como comparar aserrín con pan rallado, no tiene nada que ver. Él viaja con cinco toneladas de equipaje y yo con cuarenta gramos, que es lo que pesan las barajas. David tiene un equipo de producción de quince o veinte personas, yo solo viajo para pasear con mi mujer, y con las barajas que valen solo cinco dólares.
EL RECONOCIMIENTO
¿Se siente más reconocido en el exterior que en su país?
A mí me reconoce la gente. Yo no tengo más que palabras de agradecimiento con el público porteño y el de todo el país que me recuerda de años, pese a que ya no estoy en televisión. El reconocimiento es en todo el mundo. Y aquí en Tandil me siento muy bien pero no espero más que el afecto real de los amigos originales de toda la vida y que significa para mí una salud mental. Porque la loma marea y el remanso se lo traga a uno cuando mira para abajo. Así que esto es muy solidario para mí y mi salud.
¿Hace mucho tiempo que no hace presentaciones en televisión?
Acá no he hecho, si en España cuando fui la ultima vez, en Sevilla para todo Andalucía y en Madrid para todo el país. En Argentina no, por una razón económica, ya que está todo muy mal y hasta que no mejore no iré. Esto no es un país, ya que se ha convertido en un dibujito animado recostado a la Cordillera de Los Andes. Desgraciadamente por los políticos que hemos tenido y el pueblo que los ha elegido. La gente no tiene mucha cultura de trabajo tampoco, porque a mí nadie me regalo nada. En cambio, España, es un pueblo que ama el trabajo y como resultado tiene cosas muy positivas tanto económica, social como culturalmente hablando.
¿Nunca tuvo un ofrecimiento político?
No, yo no serviría. Han detectado que no soy para eso.
En una nota realizada hace algunos años se definió como contrabandista de la palabra. ¿A qué se refería?
Contrabandista de frases. Sí, hay mucha gente que es contrabandista.  Perón era un contrabandista de frases, sabía colocarlas muy bien. Yo juego mucho con ellas porque me gustan mucho las frases inteligentes, se pescarlas, se contrabandearlas y se colocarlas en un momento preciso y oportuno y eso hace a mi estilo.
Justamente eso,  el estilo, es lo que define a este ilusionista de 75 años que ha sabido recorrer el mundo enseñando sus virtudes e introduciendo a la fantasía a quienes han tenido y tendrán el placer de verlo, dando además, una señal de vida digna de un grande.
NOTA PUBLICADA EN REVISTA VANGUARDIA-AÑO 2003

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