Respetado, admirado y homenajeado
mundialmente, mantiene la humildad que solo los realmente grandes poseen.
Creador de un estilo único, basado en un discurso fascinante y un manejo
impecable de los climas del espectáculo, es fuente de inspiración y punto de
referencia en artistas de cualquier género.
De frases pausadas pero elegantes, con la tranquilidad del
paraíso en el que habita, es el momento del descanso. Tras llegar de su gira
por España y antes de partir a Inglaterra, el ilusionista que llegó a recorrer
los lugares más increíbles del mundo y sorprendió a miles con sus trucos, nos
abre las puertas de su casa en Tandil para charlar sobre su vida y vivencias en
más de cincuenta años de asombrosa profesión. Mi vida es normal, muy placentera.
Pude lograr esta maravilla de la naturaleza, cuatrocientas especies del mundo entero
(refiriéndose a los árboles que rodean su casa). Así que disfruto la mayor
cantidad del tiempo posible, aprovechando y gozando minuto a minuto… tengo
filosofía como para eso, enfatiza Rene Lavand.
EL ENCANTAMIENTO
¿Cómo se inicio su pasión por el ilusionismo?
Empecé por una inquietud como puede comenzar cualquier niño, a los siete
años. Un amigo de mi padre me enseñó un primer juego que fue el que me estimulo
para seguir adelante. Pero recién a los 18 años se reinició mi pasión. Yo había
sufrido un accidente automovilístico a los nueve años, donde perdí la mano
derecha, en Coronel Suarez.
¿El hecho del accidente lo motivo aún más?
Seguro que fue la motivación… o te entregas o seguís. Yo elegí lo segundo.
Con el correr del tiempo Lavand se radico en Tandil y
comenzó a hacerse conocido. Mientras trabajaba en un banco de la ciudad,
mantenía su pasión por el ilusionismo, convirtiéndose en un autodidacta
obligado, ya que todos los libros de magia estaban hechos para dos manos. Acá me hice
conocido porque había hecho algunas actuaciones, los diarios se habían ocupado
de mí como alguien de los que prometían, así que en la ciudad era reconocido.
¿Y cuando logró el salto importante?
Yo debuté en El Show de Pinocho; Tabarís; Teatro Nacional; las tres cosas
juntas. No había más, era la mejor varieté del mundo, alrededor del año ’51,
’52.
Su talento le permitió conocer cuatro continentes: podríamos hablar
de lo que no conozco y no de lo que sí porque no terminaríamos nunca. Viviendo
experiencias únicas y en algún caso peligrosas como la ocurrida en su presentación
privada frente a los jefes del Cartel de Cali. Fue un contrato muy especial que se
hizo muy particular. Yo no sabía dónde iba y me encontré con eso. Y te
imaginaras, los otros artistas estaban tan asustados que no podían ni actuar y
yo me sentí muy fortalecido porque lo hice como en cualquier lado y me los gané
a todos los gangsters estos, a tal punto que me contrataron para otra vez.
Fueron “mis cuatro noches en Cali”. Una experiencia muy profunda, que caló
muy hondo en mí. Menos mal que no fui con mi mujer, estuve solo porque como
eran nada más que cuatro días, no valía la pena que vaya ella. Allí aprendí a
valorar más todo lo que tengo, consecuencia de aquella experiencia.
¿Y en aquella participación en el Show de Ed Sullivan?
Fue tan vieja que ya ni me acuerdo, pero sí que tuvo mucho éxito. Ed
Sullivan me abrió todas las puertas del mundo, junto con Johnny Carson, que lo
repitió (al programa) a los siete días de haber estado yo en Nueva York. En
Estados Unidos no podían creer lo que estaban viendo.
Pero Rene asegura estar un poco cansado de los viajes: A esta altura de
mi vida me he hecho una tarjeta que dice Rene Lavand, Experto en Cartas RE, y
que en lenguaje militar significa retiro efectivo. Si me gusta voy y si no me
gusta no voy.
Ahora tenía para ir a México, pero es mucho viaje. Ya estuve un mes en
España, haciendo ocho presentaciones en un mes. Por ejemplo, he ido varias
veces a Las Vegas, pero no sistemáticamente, porque sería muy cansador y
aburrido.
Asegura tener alumnos y discípulos. Estos últimos contados y muy elegidos,
porque no doy clases para cuarenta sino en forma más personalizada donde el
discípulo termina hecho carne conmigo. Un profesor vuelca lo que aprendió de
otro profesor, un maestro al discípulo vuelca vida y marca rumbos. Si no marca
rumbos no es maestro. Yo trato de hacerlo y tengo la satisfacción de decir, sin
ninguna falsa modestia y con objetividad total y realismo absoluto, que marco rumbos
en mi profesión.
¿Tiene discípulos solo en Argentina o también en otras
partes del mundo?
Si, en Argentina. A veces alguno viene de Chile y cuando voy a Estados
Unidos o Europa hago academias, pero eso en forma colectiva, con alrededor de
diez o doce alumnos, pero no son discípulos.
Una de las cosas que más gustan de lo que René Lavand hace,
no solo son los trucos, sino las narraciones que inserta en el show. Para hacer
referencia a ello hay que hablar de un estilo. No se es artista si no se tiene
estilo y yo lo he logrado con los años. Además tengo un propósito en mis actuaciones
de una hora y media y es que no pasen jamás más de diez minutos sin cambiar el
estado emocional de la gente. Del
asombro a la risa, de la risa al drama, porque también el drama es belleza,
sino qué es Shakespeare, Beethoven o Picasso. De ahí a la ternura, música
hermosa, nuevamente a la risa y al asombro que es el fundamento del
ilusionismo. Pero yo no paso más de diez minutos sin cambiar el estado
emocional de la gente, del público.
Al referirse sobre si en algún show le han querido revelar
los trucos, afirma que la curiosidad esta siempre de parte de la gente pero llega
un momento en el que se convencen, es una cuestión cultural convencerse y una
obligación mía educarlos sobre que si descubren el juego matan la ilusión, así que
el mal es para ellos, no para mí.
Todo el mundo entero, esta es una especialidad que cala hondo en cualquier
parte, si está bien hecha, y sino… a la decadencia de la misma.
No le gusta que lo llamen mago y además odia que lo comparen: No existe
comparación entre mi amigo y admirado David Coperfield y yo. Él dice que es fan
mío y yo soy fan de él. Pero es como comparar aserrín con pan rallado, no tiene
nada que ver. Él viaja con cinco toneladas de equipaje y yo con cuarenta gramos,
que es lo que pesan las barajas. David tiene un equipo de producción de quince
o veinte personas, yo solo viajo para pasear con mi mujer, y con las barajas
que valen solo cinco dólares.
EL RECONOCIMIENTO
¿Se siente más reconocido en el exterior que en su país?
A mí me reconoce la gente. Yo no tengo más que palabras de agradecimiento
con el público porteño y el de todo el país que me recuerda de años, pese a que
ya no estoy en televisión. El reconocimiento es en todo el mundo. Y aquí en
Tandil me siento muy bien pero no espero más que el afecto real de los amigos
originales de toda la vida y que significa para mí una salud mental. Porque la
loma marea y el remanso se lo traga a uno cuando mira para abajo. Así que esto
es muy solidario para mí y mi salud.
¿Hace mucho tiempo que no hace presentaciones en televisión?
Acá no he hecho, si en España cuando fui la ultima vez, en Sevilla para
todo Andalucía y en Madrid para todo el país. En Argentina no, por una razón
económica, ya que está todo muy mal y hasta que no mejore no iré. Esto no es un
país, ya que se ha convertido en un dibujito animado recostado a la Cordillera
de Los Andes. Desgraciadamente por los políticos que hemos tenido y el pueblo
que los ha elegido. La gente no tiene mucha cultura de trabajo tampoco, porque
a mí nadie me regalo nada. En cambio, España, es un pueblo que ama el trabajo y
como resultado tiene cosas muy positivas tanto económica, social como
culturalmente hablando.
¿Nunca tuvo un ofrecimiento político?
No, yo no serviría. Han detectado que no soy para eso.
En una nota realizada hace algunos años se definió como
contrabandista de la palabra. ¿A qué se refería?
Contrabandista de frases. Sí, hay mucha gente que es contrabandista. Perón era un contrabandista de frases, sabía
colocarlas muy bien. Yo juego mucho con ellas porque me gustan mucho las frases
inteligentes, se pescarlas, se contrabandearlas y se colocarlas en un momento
preciso y oportuno y eso hace a mi estilo.
Justamente eso, el
estilo, es lo que define a este ilusionista de 75 años que ha sabido recorrer
el mundo enseñando sus virtudes e introduciendo a la fantasía a quienes han tenido
y tendrán el placer de verlo, dando además, una señal de vida digna de un
grande.
NOTA PUBLICADA EN REVISTA VANGUARDIA-AÑO 2003
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